logo

CLAMAN PRIVACIDAD

CLAMAN PRIVACIDAD

CADA VEZ MÁS,  LA GENTE ESTÁ EMPEZANDO A COMPRENDER CÓMO SUS DATOS  EN LÍNEA  PUEDEN SER USADOS EN SU CONTRA.

Aún así las personas no dejan de compartir

-Por Kate Murphy, Nueva york

Imagine un mundo re­pentinamente sin puertas. Ninguna en su casa, en los vestidores, en la entrada de la taberna local o inclu­so en las casetas de los ba­ños en las salas de con­cierto. Las autoridades al mando dicen que si uno no está haciendo nada malo, no debería impor­tarle.

Bueno, ese es esencial­mente el estado de la si­tuación en Internet. No hay privacidad. Si esos anuncios espeluznantemente dirigidos en Goo­gle no le habían dado idea de esto, entonces se­guramente las revelacio­nes de Edward J. Snowden o  o, más recientemen­te, los autorretratos al desnudo de Jennifer Lawrence le pusieron bas­tante en claro su vulnera­bilidad al fisgoneo ciber­nético.

Solo necesita leer 1984′ de George Orwell o ver la película ‘Minoñty Reporf para comprender cómo la vigilancia es incompatible  con una sociedad comprender cómo sus da­tos en línea pueden ser usados en su contra. Qui­zá no consiga un empleo, un préstamo o una cita de­bido a un tuit indiscreto o si su domicilio en Google Street View muestra la cha­tarra de su cuñado en el camino de entrada a su ca­sa. Pero menos obvio es el costo psíquico de los actua­les datos a disposición de todos.

“Con toda la atención puesta en los aspectos le­gales de la privacidad y el impacto sobre el comercio  mundial, ha habido poca discusión de por qué uno quiere privacidad y por qué es intrínsecamente im­portante para uno como individuo”, dijo Adam Joinson, profesor de cambio conductual en la Universi­dad del Oeste de Inglaterra en Bristol, que acuñó el término “hacinamiento digital” para describir el contacto social excesivo y la pérdida de es­pacio personal en línea.

Quizá esa es la razón de que no haya acuerdo sobre lo que constituye informa­ción privada. Varia entre culturas, géneros e indivi­duos. Además, es difícil ar­gumentar a favor del valor de la privacidad cuando las personas comparten ansio­samente tanta información dolorosamente personal en las redes sociales.

Pero investigadores de la privacidad dicen que están empezando a ver signos de una reacción negativa. La gente está empezando a ejercer un poco más de reserva en línea o de al­gún modo se están invo­lucrando en tácticas sub­versivas para frustrar a los extractores de datos. Esos pequeños actos de desafío podrían incluir establecer múltiples identidades fal­sas, usar una red privada virtual para proteger su con­ducta de navegación y no “dar me gusta” a cualquier cosa en Facebook o seguir a cualquiera en Twitter, ha­ciendo que sus redes socia­les y preferencias sean más difíciles de rastrear.

“Cuando la gente quiere privacidad, a menudo surge esta idea de que ‘Oh, están ocultando algo sucio’, pero realmente están tratando de conservarse para sí mis­mos”, dijo NippertEng. Da el ejemplo de un hombre  de 65 años de edad que en su juventud albergó la fantasía de ser ‘ una estrella de rock y aún pasa horas prac­ticando felizmente con su guitarra en el sótano: “No quiere que nadie lo sepa, porque no quiere que alguien se lo arruine”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *