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EL CARÁCTER ESTÁ HECHO DE HABITOS II

EL CARÁCTER ESTÁ HECHO DE HABITOS II

Tus decisiones diarias moldean tu carácter

¿Cómo forman los líderes su carácter? Asumiendo posiciones firmes, estableciendo criterios claros en situaciones ambiguas, cumpliendo compromisos a pesar de los obstáculos, tomando las decisiones difíciles sin deferirlas ni esperar que otros las tomen por ellos, manteniendo fidelidad a sus propias convicciones y valores; con sus elecciones de vida, en la cotidianidad en cada una de las esferas donde se desempeñan. Las  elecciones y posturas tomadas por el líder como respuesta ante los retos y desafíos con que la vida lo confronta, modelan – estampan – el carácter peculiar de cada líder.

Noah Webster, en su diccionario de 1828, define carácter como “estampar y gravar a través de presión”. Es a través de enfrentar las difíciles, comprometedoras o ambiguas circunstancias de la vida, con sus presiones asociadas, que se forma el carácter. Es en la dinámica de la vida misma, en el quehacer diario, en las circunstancias que te han rodeado en cada momento de tu vida, en tus experiencias vividas, en el movimiento propio que has experimentado como ser humano, que ha adquirido forma tu carácter, como consecuencia de las elecciones que haces, sean decisiones u omisiones.

El término griego que a veces se traduce por “carácter” es “experiencia”. Otro término usado es “marca grabada”. Los griegos llamaron “carácter” al acto de imprimir una marca. Así las experiencias vividas han dado forma a la persona que eres y “grabaron a presión” los modelos, formas y estructuras que caracterizan tus comportamientos y actitudes, y que hoy definen la persona que eres. Hay, pues, una correlación entre  tus experiencias vividas y la formación de tu carácter. Este es un proceso cíclico que se retroalimenta constantemente. Las experiencias vividas dan forma a tus valores, modelos y formas de ser, que resultan en una creencia convencional, que se manifiesta en una conducta consistente. Con cada nueva experiencia, con cada elección y exposición intencional que haces ante las demandas del entorno creces e integras tu carácter. En relación a este proceso comenta H. P. Liddop: “Lo que hagamos en alguna gran ocasión probablemente dependerá de lo que ya somos, y lo que ya somos es el resultado de los años anteriores de autodisciplina”.

Las elecciones que haces en medio de las circunstancias diarias con las que la vida te confronta, modelan tu carácter. Tu carácter, pues, es el resultado de tus elecciones ¿Cómo se fijan en tu conciencia y hábitos diarios, los valores y convicciones? Requieren ser grabados a presión, en medio de las circunstancias, optando por ser fiel a tus principios y valores o doblegándote ante el peso de las circunstancias y dilemas con que la vida te reta.

Cuando estas elecciones o decisiones se convierten en un patrón, una forma de responder ante las circunstancias y situaciones de la vida diaria, se hacen un hábito. Pero las decisiones diarias que edifican tu carácter, las cuales con el correr del tiempo se transforman en hábitos, con frecuencia, no son fáciles de tomar. Muy a menudo tienes que lidiar con situaciones ambiguas que demandan de tu parte fijar posiciones claras en esas áreas grises. Con frecuencia tus más legítimas decisiones pueden comprometer tu seguridad laboral, traerte consecuencias negativas, afectar tu paz familiar, ganarte enemistades gratuitas, etcétera.

El desarrollo del carácter siempre involucra una elección, y las circunstancias adversas, ambiguas y confrontadoras de la vida siempre proporcionan esa posibilidad de elección. Es en tus circunstancias, pues, donde más tienes que ser confrontado con tu verdadero carácter. Las adversidades, las crisis y circunstancias difíciles de la vida, ponen de manifiesto tu real carácter, revelan lo que hay adentro; revelan también tus grietas y debilidades. Las crisis no necesariamente forman tu carácter, pero la forma como decides enfrentarlas, la manera como reaccionas, si edifican tu carácter: débil o fuerte, integro o con doblez, verdadero o falso. En todo caso, la forma como reaccionas ante las circunstancias, te permite tomar conciencia sobre el tipo de persona y líder que eres.

El carácter, pues, es una cuestión de decisión. El carácter se forja con tus elecciones y acciones diarias, así puedes decidir esforzarte por alcanzar tus metas desarrollando disciplina o ser vencido por los obstáculos que surgen; desistir ante la adversidad o perseverar hasta vencer ante una situación difícil; afrontar las consecuencias de tus errores o evadirlas; reconocer tus faltas o justificarte; mantener tu integridad o ceder ante presiones externas que comprometen tus valores y convicciones más fundamentales; doblegarte ante la verdad o mantenerte bajo el peso de ella; expresar genuinamente tus opiniones o hablar buscando la aprobación de los demás; actuar con autenticidad o esconderte bajo una fachada; sobreponerte al dolor de una pérdida o elegir anclarte en ese sufrimiento; elegir ser fiel a tu cónyuge, patrono o nación, o ceder a la tentación de la codicia, del placer y de la aprobación de otros.

El carácter refleja la forma como respondes a los retos y desafíos que el entorno te presenta. Como lo expresa Henry Cloud: “El carácter es la capacidad de satisfacer las exigencias de la realidad”. Ahora, para satisfacer las demandas de la realidad necesitas mejorar tu desempeño. Muchas veces, cuando se habla de carácter en el sentido de integridad, la gente lo asocia mayormente al tema de la ética y la moral, no al desempeño. Pero responder a las demandas de la realidad, va a exigir además de la moral y la ética,

mejorar el desempeño, para lo cual necesitas edificar hábitos de efectividad personal. Una de las palabras hebreas que se aproximan al significado de carácter es la palabra virtud, que tiene como uno de sus significados “fuerza”. Alguien virtuoso es una fuerza, y una fuerza siempre deja un resultado positivo (problema o conflicto resuelto, crecimiento, metas alcanzadas, relaciones estables y edificantes, etc.) El carácter se relaciona tanto con el modo de ser como con la capacidad (entereza, energía, fuerza, poder) para enfrentar las demandas de la realidad (tareas, relaciones, cambios, etc.).

Ahora, la realidad es cambiante y con el cambio vienen nuevas demandas y exigencias que requieren que hagas una periódica revisión de tu sistema de creencias y valores; y afectes luego tus hábitos para modificarlos y adaptarlos al entorno que está en constante cambio. Este proceso que implica ver la realidad, percibir el cambio y luego reflexionar acerca de tus paradigmas para finalmente desarrollar y/o ajustar tus hábitos; te permite enfrentar las demandas de la realidad con eficiencia y efectividad.

Por otra parte, cuando satisfaces las exigencias de la realidad sin sacrificar tus valores y convicciones, y te mueves con congruencia, vale decir, manteniendo una clara conciencia de tus necesidades, un balance y correspondencia entre lo piensas, sientes y haces; maduras en carácter. Por el contrario, cuando respondes a las exigencias del entorno, sacrificando tus creencias y principios, erosionas tu carácter.

Por Arnoldo Arana

 

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