Un padre que interactúa con sus hijos les ayuda a formar su identidad.
María Elena López*
Especial para EL TIEMPO
Una de las mayores expectativas en la educación de los hijos es ayudarles a formar una imagen positiva de sí mismos. Sentirse capaces, experimentarse como seres valiosos, competentes y merecedores de logros, son la base de una personalidad sana y equilibrada y, por lo mismo, del éxito en la vida.
Numerosos estudios concluyen que la presencia activa y estable del padre y una relación cercana con este tienen un gran impacto sobre la formación de la autoestima de los hijos, porque satisface necesidades psicológicas profundas de los niños y adolescentes, que responden a tres preguntas fundamentales: ¿Quién soy?, ¿a qué pertenezco? y ¿de qué soy capaz?
El padre tiene un papel fundamental en la construcción de la identidad en los hijos. Es el primer modelo de hombre que tienen y cuando esta identificación tiene lugar de manera adecuada, los niños y jóvenes tienen mayores posibilidades de estructurar plenamente su identidad masculina o femenina.
La imagen que un niño tiene de sí mismo está muy vinculada con el concepto que el padre tiene de él. En general, los padres son más pragmáticos y tienen una imagen más realista de sus hijos, con sus cualidades y limitaciones.
Cuando los padres toman el tiempo suficiente para hablar y escuchar a sus hijos y están conectados emocionalmente con ellos, estos se sienten valorados, importantes y tenidos en cuenta, y experimentan una sensación percibida de apoyo y soporte.
De otro lado, el padre también imparte disciplina con más firmeza que la madre (los niños perciben inconscientemente a su padre como una figura con mayor autoridad). Si esta se ejerce de manera equilibrada, los hijos asimilan claramente las normas de comportamiento, tienen más autocontrol y tolerancia y sobrellevan mejor la frustración.
Existe una estrecha relación entre un papel activo del padre y una mayor capacidad de los hijos para administrar positivamente los éxitos y los fracasos, defender los derechos y posturas propias, atender de manera positiva a sus necesidades y enfrentar efectivamente las dificultades.
El papá es más explorador,
visual y verbaliza menos.
Jugar con ellos, hacer deporte, conversar o leer.
El sentido del humor, el optimismo y las actitudes positivas.
Mostrar interés genuino y consideración por su deseos y necesidades.
Valorar y destacar el esfuerzo, no solo los resultados.
Respetar sus puntos de vista y expresar orgullo por sus logros.
Exigirles lo esperado para su edad y personalidad.