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HÁBITOS PARA DISMINUIR EL ESTRÉS

HÁBITOS PARA DISMINUIR EL ESTRÉS

Comprender el origen del mismo aminora su intensidad y permite desarrollar cierto control sobre él.

El estrés es una de tantas reacciones normales que te­nemos para enfrentar las vi­cisitudes de la vida, pero se ha convertido en una res­puesta permanente o una for­ma habitual de reaccionar a los diferentes eventos del día adía.

Esto impacta de manera nociva el organismo, genera un gran desgaste y afecta su funcionamiento general. A pesar de que cada vez tene­mos más información sobre sus causas y consecuencias, sigue siendo un tema de pre­ocupación. Aprender a manejar el estrés implica emprender acciones reales orientadas a fortalecer y es­tablecer hábitos de vida más satisfactorios, que lleven a controlar y bajar la tensión que generan las diferentes si­tuaciones tanto internas co­mo externas a las que están expuestas todas las perso­nas.

Disminuir el estrés es una tarea diaria. No hay un úni­co método que funcione siempre y para todas las per­sonas. La suma de muchas actitudes coordinadas puede contribuir a que las situacio­nes estresantes disminuyan su impacto y produzcan una serie de efectos positivos que aumentan el bienestar y equilibren la vida.

Vivir Pausadamente

Tomarse las cosas con más calma es una opción que lleva a replantear el pa­radigma de que el afán y la prisa son sinónimos de efi­ciencia y productividad, de inteligencia y capacidad, y que estamos abocados a vi­vir a la carrera porque el mundo de hoy solo funciona de esta manera.

En realidad lo que mu­chas investigaciones mues­tran es que hacer varias co­sas al tiempo produce fatiga, que puede volverse crónica e interferir con el equilibrio de todo el sistema. Con el es tres continuo aparecen la irritabilidad, el cansancio y el agotamiento, por eso es preciso trabajar de manera razonable, fijar metas realis­tas, cuidar que las responsa­bilidades no desborden, dele­gar a otros, bajar el ritmo y manejar con más tranquili­dad las presiones de la vida diaria.

Comer y dormir bien

Cada vez hay más concien­cia de que cuidar la salud fí­sica, que implica dormir bien, hacer ejercicio con re­gularidad, tener una alimen­tación balanceada y comer pausadamente, en incluso, respirar deliberadamente lento y profundo, meditar y estirarse, hacen parte funda­mental de reducir la tensión nerviosa, además aumentan la sensación de tranquili­dad.

Identificar el origen

Comprender el origen del propio estrés disminuye su intensidad y permite adqui­rir cierto control sobre él.

La tarea es descubrir qué es lo realmente estresante para cada uno en una situa­ción específica y por qué.

Lidiar Situaciones Dificiles

Las grandes dificultades, como la falta de plata, una enfermedad o la pérdida de un ser querido generan altos niveles de estrés. Frente a ellas es importante analizar los costos y beneficios de cada situación en particular, concentrar la atención en los aspectos sobre los que sí se puede tener control, y disminuir la preocupación acerca de las cosas que están fuera de nuestras manos. Buscar soluciones, creer que la situación no es inmanejable y hacer un inventario de recursos con los que se cuenta para manejar la situación, son acciones proactivas que llevan a reducir la adversidad.

Evaluar las Percepciones

A veces, lo que hace que una situación sea estresante no es la circunstancia en sí, sino la manera como se percibe. No siempre es posible evitar las situaciones estresantes, lo importante es la manera como se enfrenten. No precipitarse en las conclusiones, evitar hacer generalizaciones excesivas, aceptar que algunas cosas no se pueden cambiar, tratar de no ver en cualquier pequeñez una catástrofe, percibir los cambios como un desafío positivo y no como una amenaza, tener expectativas realistas o no esperar perfección, son maneras de cambiar las reacciones que generan estrés.

María Elena López*

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