En una fábrica de tubos para órganos convertida i en el Distrito Misión de la ciudad, Saúl Griffith trabaja en productos que son más inteligentes, más baratos y, sobre todo, sinuosos.
Dentro del cavernoso edificio y una cochera cercana ocupada por la compañía de investigación de Griffith Otherlab, pequeños equipos se reúnen en torno de cortadoras láser y herramientas de producción. Algunos trabajan en conjuntos de paneles solares que siguen al sol, guiados por lo que parecen botellas de refresco acanaladas y operados por medio de presión neumática. Otros manipulan exoesqueletos inflables destinados a que a soldados puedan correr lejos con cargas pesadas o a ayudar a caminar a parapléjicos.
Estos son el tipo de productos futuristas prometi dos durante años por la ingeniería convencional que ahora están siendo hechos realidad por un puñado de inventores con bajo presupuesto y con una visión inusual: quieren reemplazar la fuerza y el metal tradicionales con materiales poco convencionales para crear máquinas blandas más baratas y más efectivas.
«Todos los problemas en la ingeniería mecánica han sido abordados con más peso, más potencia y más rigidez», dijo Griffith, cofundador y director ejecutivo de Otherlab. «Pero la naturaleza, el mundo real, es sinuoso».
Griffith está al frente de un movimiento conocido como robótica blanda, que pretende revolucionar la forma en que pensamos sobre la construcción de cosas. Investigadores en Harvard han dado a conocer un estuche de herramientas para hacer altavoces y manos prostéticas usando materiales blandos. La exitosa película del verano pasado Big litro 6 presentó a un robot de cuerpo blando inspira do en el trabajo en la Universidad Carnegie Mellon. Los diseños de inspiración biológica también son compartidos libremente en Internet por varios grupos de usuarios. Y, el año pasado, la robótica blanda incluso lanzó su propia publicación periódica revisada por colegas.
Estas son empresas típicamente a pequeña escala y académicas que dependen del financiamiento del Gobierno y unas cuantas compañías interesadas, y muchos de los proyectos de Griffíth están a algunos años de distancia de ser ofrecidos al público. Sin embargo, al crear una variedad de compañías que están haciendo robótica blanda, Griffith espera acelerar un cambio general en el pensamiento. El trabajo contrasta con una robótica más tradicional. Los drones de Amazon y los seleccionadores en las fábricas, o los robots soldadores en Tesla, son decididamente rígidos y usan enfoques de ingeniería mecánica tradicionales. Muchas de esas maquinas tienen brazos pesados y necesitan que los objetos sean colocados en la misma posición siempre, para que puedan moverse rápidamente a la ubicación correcta.
Los exoesqueletos biónicos tradicionales propuestos para los militares y parapléjicos también son pesados. Más peso en el robot o el exoesqueleto significa que se requerirá más energía para que se muevan las partes. Eso se traduce en una vida de batería corta o una fuente de energía externa.
Ya que las cosas sinuosas tienen movimientos menos precisos que las cosas rígidas, necesitan muchos sensores y semiconductores que corrijan sus movimientos.
versaciones a través de varias disciplinas, ya sea en colaboración con coreógrafos y artistas visuales o, como en el caso de los collages de Night Ferry, con su propia pintora interior.
«Era como una línea del tiempo», comentó, al referirse a los siete paneles, cada uno de los cuales representaba tres minutos de música. «Sabía que quería tener un inicio muy turbulento. Lo pintaría, y luego lo escribiría. Me mantendría encarrilada».
MUY VISUAL
El programa del Miller incluye la pieza Fits and Starts’, para un solo de chelo y electrónica, que escribió para la coreógrafa Kitty McNamee y, en la cual una línea de chelo cada vez más lírica y apasionada, surge de inicios inquietos y distorsionados.
McNamee describió el lenguaje musical de Clyne como «muy visual», y añadió: «Tiene una tensión y liberación increíbles, lo cual es muy útil para mí. Tiene una forma grandiosa».
El año pasado, Clyne dio a conocer The Violin, un DVD extraordinariamente hermoso y conmovedor con una onírica animación en cámara lenta del pintor Josh Dormán.
La música para ese proyecto es una elegía a la madre de Clyne, quien murió en el 2008. Poco después del funeral, Clyne estuvo en Oxford, Inglaterra, donde, en el escaparate de una tienda de artículos de segunda mano, vio un violin estilo barroco con un clavijero, elaboradamente tallado en forma de gárgola. Lo compró por unos 9 dólares. Ese violín inspiró una serie de obras escritas para cuerdas e impregnadas con una profunda sensación de pérdida y duelo.
Estilísticamente, conllevan ecos de la música del renacimiento inglés, tradiciones folclóricas y (del compositor británico Benjamín) Britten, al tiempo que poseen la calidad asombrosamente tridimensional del sonido que es característica de la música de Clyne.
Cuando trabajó en The Violin, no sabía mucho del dolor privado que dio orígen a las pieza, dijo Dormán.
«La música me transmitió una sensación de tristeza, pero mi objetivo no fue ilustrar eso o darle algún tipo de narrativa».
La violinista Jennifer Koh descubrió la música de Clyne a través de una grabación en vivo de Mthin her arms, un lamento para orquesta de cuerdas suficientemente conmovedor para que los críticos hicieran comparaciones con él Adagio de Barber.
«En ocasiones, las cosas te llegan y son coloridas o intrincadas o están estructuradas, en una forma interesante, o la orquestación es maravillosa. Pero lo extraordinario sobre la música de Anna es que esincreíblemente conmovedora. Y yo no había tenido esa reacción en mucho “tiempo».
Koh ha comisionado desde entonces una serie de obras a Clyne, incluido un concierto para vioh’n, The Seamstress, que será estrenado mundialmente en Chicago en mayo. La obra se basa en un poema de William Butler Yeats, A Coat, sobre un abrigo hecho de canciones y «cubierto con bordados/sacados de antiguas mitologías».
Clyne no tomó hilo y aguja al elaborar esta obra, pero la portada de las partituras muestra un dibujo que ella hizo de una costurera.